sábado, 27 de octubre de 2012

Contar un Cuento.Práctica VII

Hola compañeros y compañeras! he colgado mi cuento para que podáis leerlo ya qu no pude hacerlo en clase. De todas formas si tengo oportunidad de hacerlo, lo haré encantada. Espero que os guste.

¡MARRRRRRRRRRRRRTA!

Érase una vez una niña llamada Marta que no podía pronunciar la “R”. Cuando nació, se dieron cuenta de que sus frenillos eran cortos y que seguramente cuando aprendiera a hablar, no iba a poder pronunciar correctamente la letra  “R”. Aún así, los médicos le decían a sus papás que no se preocuparan, que quizá un buen día, Marta pudiera caerse y… entonces los frenillos podrían romperse. Pero el tiempo fue pasaaando y pasaaando y Marta muchas veces se cayó, pero nunca los frenillos se rompió.

Cuando Marta  cumplió los seis años, sus compañeros del colegio le  preguntaban que por qué no sabía pronunciar  la “R”. Aquello se le quedó grabado y le hizo pensar y, cuando llegó a su casa le preguntó a su madre:

 -Mamá ¿Cuándo sea mayor voy saber pronunciar bien la “R”?

- y su madre asombrada ante tal pregunta, le respondió: ¡pues claro Marta, sólo tenemos que ir al lugar adecuado y buscar la solución!.

Fue entonces cuando los padres de Marta pensaron en poner remedio al pequeño problema.

 A la mañana siguiente se fueron los tres al logopeda, (que es el médico que enseña a hablar bien a los niños y niñas que tienen dificultad al pronunciar algunos fonemas o palabras).Cuando el logopeda diagnosticó a Marta, avisó a sus padres de que lo mejor era operarla, porque sus frenillos eran tan cortos que difícilmente podría corregirlo con las clases de logopedia.
             Aun así sus padres querían intentarlo antes de tomar la decisión de operarla.
Marta comenzó sus clases para aprender a pronunciar la “R”. Tanto era el interés que mostraba que el logopeda no podía creer la mejoría que iba consiguiendo en tan poco tiempo.

Marta seguía con insistencia  practicando  la “R”. Cuando terminaba la clases y se subía al coche para marcharse a casa, se pasaba todo el camino ¡ rrrrrrrrrrr,rrrrrrrrrrrrrrrr,rrrrrrrrrrrrrrr!. Trabajó tan duro y se lo tomó tan en serio que a los 6 meses le dieron el alta y nunca más volvió a pronunciar mal la “R”.

 Sus padres se sintieron muy orgullosos de ella y además muy agradecidos porque gracias a su esfuerzo no tuvieron que operarla y pasar por ese mal trago. ¡je.je!. ¡Y colorín, colorado este cuento se ha acabado!.

MORALEJA: La recompensa del esfuerzo.

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